Recibir la factura de la luz, es para muchos usuarios, una pesadilla en muchos sentidos, ya sea por el importe a pagar, pero sobre todo por la necesidad de entenderla. Lo que en muchos de los casos nos invita a mirar solo el importe, dejando a un lado el resto de información en la que se incluyen desde gráficos, impuestos y como términos técnicos, por lo que es de lo más sencillo perderse, por eso no está de más leer esta guía definitiva sobre el contenido de la factura.
Entender la factura de la luz es el primer paso para comenzar a ahorrar y tomar el control del consumo energético de nuestro hogar. Para tratar de entender este documento, que parece estar sacado de un ejercicio de criptografía, lo enfocaremos en dos partes una primera que consiste en saber identificar qué es cada aspecto de esta, y una segunda fase en la que aprendemos a interpretarla, de manera que podamos saber si lo que pagas se corresponde a nuestros hábitos de uso.
Cómo leer una factura de la luz
Para poder leer la factura de la luz, lo primero debemos tratar de identificar cuáles son los componentes básicos, algo que no está relacionado con el mercado de la energía en el que nos movemos ya sea el regulado o libre, ambas facturas siguen la normativa y adaptan su estructura a estas. En una factura encontramos los siguientes elementos clave:
En primer lugar, debe mostrar los datos relativos al titular, como nombre y apellidos, dirección del suministro, número de contrato y sobre todos, un dato muy importante es el código universal de suministro o CUPS que identifica la instalación. Este, al igual que el DNI, es intransferible y hace referencia a un punto en concreto de suministro. Es indispensable para cualquier trámite como reclamaciones o cambio de compañía de suministro.

Debemos mirar tanto el periodo de facturación, que generalmente corresponde a un mes, como el importe total. Lo que significa en otros términos qué tenemos que pagar y cuál es la fecha máxima para hacerlo.
El término de potencia es un concepto que siempre encontramos en la factura, este hace referencia al coste fijo, independientemente de que haya o no consumo. Este es el responsable de mantener el suministro de una determinada cantidad de kilovatios disponibles para nuestro consumo en cada momento.
El apartado dedicado a la lectura, normalmente lo encontramos bajo en nombre de “facturación por potencia contratada”, aquí podemos encontrar dos importes, uno para la potencia punto, la más cara y otra para valle que es la más barata. Para realizar el cálculo, se multiplica el precio de kilovatio día por los kilovatios consumidos y este multiplicando por los días de facturación.
A continuación, encontramos el coste variable o término de energía, que es lo que realmente consumimos. Del mismo modo que en caso anterior, se aplica la misma fórmula de multiplicar el precio por kilovatios, para los usuarios con tarifas discriminadas, pueden encontrarse el desglose de tres periodos, el valle, el llano y punta.
Por último los impuestos y peajes. Donde se recoge el impuesto sobre la electricidad, el IVA y el alquiler de contador.
Cómo interpretar la factura de la luz
El ejercicio de interpretar la factura va más allá de leer los datos, consiste más bien en interpretar si el contrato que hemos firmado, se adapta a las necesidades y evita sobrecostes.
El primer aspecto a revisar es la potencia contratada. Al ser un coste fijo, hay que rebajar, siempre y cuando nuestra demanda sea menor a lo que hemos contratado. Si nunca nos han saltado los plomos, puede ser que la potencia que tienes actualmente es superior a la necesaria. Podemos conseguir un ahorro, ajustando la demanda real.
De los datos arrojados por las facturas, podemos conocer cuáles son nuestros hábitos de consumo y de ahí extrapolar si estamos pagando de más. Es importante realizar cambios en el consumo, como el uso de los grandes electrodomésticos en las horas valle, en las que la electricidad tiene un menor precio, lo que hará que se reduzca de forma significativa el término de energía.
Por último, es relevante identificar el tipo de mercado en el que nos encontramos, el mercado reculado (PVPC, precio variable según subasta) o el mercado libre. Un dato que nos permite comparar nuestra tarifa con las ofertas y determinar si el precio que pagamos por la energía es justo.