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La energía eólica es una de las que más ha crecido en las últimas décadas al calor de esa tendencia cada vez más generalizada de consumir electricidad generada a partir de fuentes limpias y renovables. Y el viento es, junto con la del sol y la hidráulica, una de las que más ventajas consigue, sobre todo en aquellas latitudes que tienen buena parte del año corrientes de aire con suficiente fuerza como para mover las pesadas palas de estos actualizados molinos "quijotescos". Unos centros de generación que, además de poder instalarse en el mar, tienen su principal fuente de producción en tierra firme. Muchas veces, en algunas de las zonas más elevadas de, en nuestro caso, la geografía española. Así que, ¿sabes cómo funcionan los parques eólicos terrestres?
¿Qué es la energía eólica?
Antes de nada, hay que decir que la energía eólica es una de las fuentes naturales de suministro energético más demandadas de los últimos años, y que se produce a partir de la fuerza que genera el viento, por lo que se trata de una alternativa limpia, renovable y que no conlleva ningún tipo de emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera (CO2), por lo que forma parte activa de esa economía verde que busca en las próximas décadas detener el calentamiento global de la Tierra.
¿Qué son los parques eólicos terrestres?
Esta energía se caracteriza por estar distribuida por buena parte de la geografía nacional, dentro de lo que se han dado en llamar como "parques eólicos terrestres", y están compuestos por toda una batería de aerogeneradores de viento situados estratégicamente a lo largo de toda una zona donde los datos históricos señalan que se producen las cantidades de viento suficientes como para justificar la inversión de su construcción. Tanto es así que en la actualidad esta energía verde es mucho más barata de producir que la que se consigue, por ejemplo, a través de las plantas de carbón o las centrales nucleares más modernas.
¿Cómo funciona un parque eólico terrestre?
Una de estas instalaciones está compuesta por dos elementos principales. Por un lado los aerogeneradores, que son aeroturbinas capaces de convertir la energía cinética del viento en energía eléctrica, y por otro la subestación que, entre las cajas de control, las baterías, las fuentes auxiliares y los transformadores permiten distribuir el resultado a través de la red general para su posterior distribución y último consumo.
Los aerogeneradores son una parte esencial ya que de su eficiencia depende la rentabilidad y rendimiento de toda la instalación. Se trata de una evolución del viejo concepto del "molino de viento" y son capaces de generar electricidad a partir de corrientes que circulen entre tres y cuatro kilómetros por segundo. En esas cantidades, una aeroturbina comienza a generar potencia hasta un máximo de 15 metros por segundo, límite a partir del cual suelen desconectarse automáticamente para prevenir daños. Sobre todo en escenarios de tormenta donde esas corrientes pueden llegar a alcanzar los 25 metros por segundo. De todas formas, la situación ideal para que un campo eólico de estas características funcione a pleno rendimiento, y con máxima capacidad de generación, se sitúa en el rango de los 13 y 14 metros por segundo de velocidad del viento.
La aeroturbina es la encargada, a través del generador que tiene en su interior, de transformar la energía del movimiento en electricidad. Esa corriente que circula por el aerogenerador, de unos 690 voltios, pasa a una subestación en la que se encuentra un transformador que adapta su voltaje para adecuarlo a la misma intensidad de la red principal, entre 20 y 132 kilovoltios. A continuación, todo ese caudal es redirigido a la línea de transporte donde pasa al consumo general.
¿Dónde se sitúan estos campos eólicos?
Estas instalaciones no pueden construirse en cualquier parte y para llevarlas a cabo es necesario un estudio previo sobre su potencial energético, así como la variación espacial, temporal y vertical del aire a lo largo de los años. Además, deben desarrollarse en zonas aisladas, despobladas, para evitar que el ruido pueda causar estragos en poblaciones cercanas, al tiempo que se tienen en cuenta cuestiones como el impacto ambiental, las condiciones geológicas de la zona y la accesibilidad al lugar de todos los operarios encargados de la actividad y mantenimiento de las instalaciones.
