La energía activa es el tipo de energía que permite funcionar a todos los aparatos conectados a una red eléctrica, especialmente cuando hablamos de electrodomésticos tales como una lavadora y frigorífico, o también aparatos electrónicos como un ordenador.

La energía activa viaja a través del cableado y alcanza, de forma directa, todas las tomas de corriente repartidas por una vivienda.

Diferencia entre la energía activa y la energía reactiva

En muchas ocasiones, puede existir alguna que otra confusión entre la energía activa y la llamada energía reactiva. En este caso, la energía reactiva es aquella que genera una reacción de ida y vuelta a una velocidad increíble, alcanzando un trayecto multiplicado por 50 veces contenidas en tan solo un segundo por toda nuestra red de suministro eléctrico.

Sin embargo, la energía reactiva no es igual de útil que la activa, ya que se encarga de suministrar aquellas instalaciones que engloban motores, ascensores o bombas hidráulicas, entre otros.

Existe cierta confusión con la energía reactiva, ya que en muchas ocasiones se incluye en el gasto de una factura eléctrica. ¿Por qué? Especialmente en muchas empresas, sí se suceden gastos extra de energía reactiva por el uso directo o indirecto de las instalaciones que sí funcionan a partir de este tipo de energía.

En cualquier caso, muchos usuarios utilizan baterías de condensadores, ya que estas permiten reducir la producción energía reactiva que puedan provocar los diferentes aparatos.

Este aspecto no solo nos ayudará a ahorrar en la factura, sino también a reducir el impacto medioambiental provocado por el exceso de consumo de un tipo de energía que, realmente, nunca llegamos a utilizar del todo.