¿Qué significan las etiquetas de los electrodomésticos?

Siempre que vamos a un establecimiento a comprar una nueva nevera, un frigorífico o un lavavajillas, nos enfrentamos a una pegatina enorme llena de colores y letras que, suponemos, tiene alguna relevancia especial. Efectivamente, se trata de lo que se conoce como "etiqueta energética" y se encarga (simplificando mucho) de indicarnos de una forma lo más visual posible si estamos ante un electrodoméstico capaz de ahorrarnos dinero en la factura de la luz. Además, en las últimas semanas la directiva que regula este etiquetado ha modificado de cara a los consumidores, dando paso a una nueva que, aunque prácticamente contiene los mismos datos, añade algunos apartados para adecuarlos a los actuales tiempos que nos ha tocado vivir. Esos en los que la eficiencia, el ahorro y el uso sostenible son una razón de compra tan importante como el precio. Así que, ¿sabes qué significan las nuevas etiquetas de los electrodomésticos?

Principales electrodomésticos de cocina.
Principales electrodomésticos de cocina | Unsplash

Historia del etiquetado energético

Para encontrar la primera directiva de la Unión Europea al respecto del etiquetado energético, debemos remontarnos al año 1992, momento en el que las autoridades europeas consideraron que era necesaria una forma estandarizada e idéntica para todos los países de ofrecer a los consumidores la información energética de un electrodoméstico: su consumo de agua, sus niveles de ruido, gasto eléctrico, etc. Además, ese nuevo elemento debía situarse en un lugar preminente del producto, de tal forma que apareciera de manera clara ante los ojos de los consumidores. El resultado fue un éxito absoluto y los productos con mejores calificaciones energéticas pronto comenzaron a venderse mucho más rápido y mejor.

Esa rápida adopción del estándar de etiquetado provocó que los comerciantes solo quisieran vender productos con una buena clasificación energética, desplazando a los más ineficientes, de tal forma que con el paso de unos pocos años los hogares de una buena parte de la Unión Europea ya contaban con mejores características, lo que supuso un enorme ahorro en recursos como agua y electricidad. Ahora bien, con el paso de los años, esa etiqueta necesitó de pequeñas correcciones hasta llegar a la última de todas ellas, que ha entrado en vigor hace prácticamente un mes y medio: el 1 de marzo de 2021.

¿Qué información debe contener la etiqueta?

Esta etiqueta energética es un compendio de datos relevantes sobre el desempeño del electrodoméstico que queremos comprar, mostrando la categoría general que tiene gracias a una letra y un color: las primeras van de la A a la G y la segunda se ilustra de una manera mucho más clara gracias a una gama de colores que van del verde oscuro (altamente eficiente) al rojo (baja eficiencia). También, dependiendo del electrodoméstico, por ejemplo una lavadora, se informa al usuario del consumo total por cada programa en ciclos de 100 lavados, e incluso las propias características de cada uno, así como los kilos de carga, la eficiencia de centrifugado, ruido máximo, etc.

Antigua etiqueta energética (izq.) frente a la moderna (der.).
Antigua etiqueta energética (izq.) frente a la moderna (der.).

En la parte de la energía, también podemos consultar el consumo energético ponderado en kWh frente a 100 ciclos de funcionamiento. Además, para adecuarnos a los tiempos actuales, donde es muy común llevar un móvil encima, la empresa tendrá que insertar un código QR para permitir al cliente acceder a más información de ese modelo, preferiblemente a través de un sitio web con las especificaciones completas. Por último, será posible conocer la llamada "clase asignada", que no es otra cosa que el grupo al que pertenece ese electrodoméstico que queremos adquirir.

¿Cuándo entra en vigor el nuevo etiquetado?

Este nuevo etiquetado que ya ha comenzado a aparecer en algunos electrodomésticos, no ha surgido de la nada y viene de un proceso que se inició en 2019, en otoño, cuando los fabricantes dieron comienzo al proceso de formación de sus empleados de ventas. Un año más tarde, en noviembre de 2020, los fabricantes tenían la obligación de adherir los dos etiquetas (el vigente en aquel momento y el que lo es ahora) aunque la más nueva no sería visible en las tiendas hasta marzo de este año. Precisamente, el día 1 de este mes, tanto las lavadoras como los lavavajillas, lavasecadoras, frigoríficos, televisiones y monitores deben mostrarse en público con esta información nueva. Aunque no será hasta el mes de septiembre cuando se unan a este etiquetado energético tanto lámparas como bombillas y ya, en 2022, tanto los aires acondicionados como las secadoras.

¿Qué etiqueta debemos buscar?

Los cambios no vienen solo por la información que contiene la propia etiqueta, sino que los requisitos para pertenecer a un grupo A, B, C, etc. también se han modificado. Con las anteriores escalas A+, A++ y A+++, los usuarios no percibíamos la diferencia entre unos y otros y se producía una superpoblación de electrodomésticos en esos tres primeros puestos: los usuarios inferíamos que un color verde y una misma letra prácticamente equiparaban a todos los modelos. Es por eso que las autoridades europeas decidieron volver al viejo sistema de siete segmentos donde cada letra representa un departamento estanco. Ya no habrá, por lo tanto, confusiones y los aparatos A y de color verde serán los más eficientes mientras que los G, y rojos, los menos.

Además, los electrodomésticos de primera clase, los que se correspondían hasta ahora con los A+++, se situarán automáticamente en la clase B para dejar espacio a la nueva generación de aparatos más eficientes por lo que, durante estos primeros meses de entrada en vigor, será prácticamente imposible encontrar ningún modelo dentro de esta categoría. Hay que tener en cuenta que estos registros energéticos no son inamovibles y cada poco tiempo se van modificando para adecuar los avances tecnológicos a esa calificación. De esta forma, las etiquetas que acaban de hacerse públicas en establecimientos volverán a revisarse cuando el 30% de los productos que se vendan dentro de la Unión Europea reciban la máxima calificación A, o cuando entre esa categoría y la B ese porcentaje alcance el 50%. El objetivo es ir ofreciendo siempre la información de eficiencia energética más actualizada acorde a las capacidades de la tecnología que desarrollan las compañías, mes a mes y año a año.

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